sábado, 18 de febrero de 2012

Sleeping by myself

While you're reading... 


 
El comienzo de la alianza calculada de letras escogidas deliberadamente en el final de la canción. Melodías que conozco y predigo mejor que a mí misma, que marcan a fuego sin dolor pero con el mismo calor que se eterniza bajo la piel, cuando nadaban entonces en la atmósfera, a la par del vuelo de pensamientos secretamente encerrados bajo llave y de ideas ondulantes sin dueño ni rumbo fijo. 

Ella sueña con despertar en otro tiempo y en otra ciudad…

El rosa agradable y helado se derrite en el calor que nace entre mis dientes, topándome con trocitos deliciosos y mudamente celebrados de fresas. Suelto la cuchara fresca con un ruido sordo sobre el descuido de papeles que protegen la superficie de la mesa de las gotas que se condensan del hielo adherido. Sigo escribiendo, deteniéndome transitoriamente cuando se me antoja un poco más de ese frío dulce, y dedico miradas momentáneas pero pensativas a esa única cuchara, sola. Cojo por sorpresa a mi mirada fija y expandida, desenfocada, contemplando sin ver aquello que mil y cientos de kilómetros pelean por obstaculizar, aquello incrustado entre mis aún ligeros párpados que se juntan dócilmente y de nuevo se vuelven a aislar, con la dulce delicadeza propia de los últimos dedos de las manos de dos almas gemelas que se distancian en contra de su voluntad, mientras el tiempo y las huellas en la nieve persiguen su curso inmutable. 

Estas no son mis primeras palabras aquí escritas a ella. Tampoco serán las últimas. De una forma o de otra, siempre hay algún rinconcito impregnado de ella cada vez vuelvo a sentarme a escribir. Está en mí, hace saltar sus rizos desenfadados y enmarañados en mis recuerdos y en mis fotografías.  Tan pequeña y ligera, las notas de nuestras canciones preferidas le permiten sentarse encima de ellas y dibujar con el dedo en el lomo de cada una multitud de sonrisas contagiosas, con los colores que siempre transitaban nuestro hogar. Gran parte de mi hoy, palpitante existencia; así también de mi ayer, reflejos tan claros como el que el espejo devuelve, y reflejos difusos cuyas piezas más gastadas son quizá inventadas por la memoria para suplir los vacíos de nuestra historia. Expandimos el puzle hacia nuestro horizonte y juntas colocamos las piezas esparcidas, a veces después de reflexionar largamente, a veces incapaces de osar desobedecer a nuestro puro instinto. Pero sea como sea, sus razones brotarán espontáneas de mi boca en el mismo instante en que mis sueños sean adivinados por sus ojos. 

Mientras desnudo el ruido de mi mente saber que estás ahí me hace más fuerte…

Su presencia me riega con una sosegada autenticidad, donde el miedo no tiene ni hora ni lugar reservados. Ni siquiera temor a que de súbito quiebren mis alas; así ahogada bajo una ola asfixiante alcanzo avariciosamente sus huellas, conozco dónde aguarda esperándome para restaurar los trozos y, con su fe sin condiciones, recomponer pacientemente mi corazón desde los añicos más ridículos. Y llevarme con ella a aquello que solíamos llamar casa. 

A las altas horas de la noche, me despido al fin del día que besó a su muerte. Bajo el ambiguo hechizo de la oscuridad, la nostalgia de las voces propagadas de Bon Iver y el eco lejano y solitario de guitarras eclipsa cualquier sonido en una madrugada sonámbula. Aunque en ocasiones sienta que el día no fue lo que esperaba, todo acaba cuando al abrigo de esa oscuridad apenas corrompida por las luces de la ciudad que se aventuran a colarse por la angosta rendija entre las cortinas, antes incluso de escalar la barrera del redil de la realidad, desato mi espíritu. Dejo que planee libre, a acompañar a esos a los que tanto extraña imaginando aquello con lo que estarán aún ocupados; llama a la puerta de los sueños de los que quizá se encuentren ya embelesados por el encanto de los cuentos oníricos narrados por Morfeo cada noche, para así hacerles compañía en el inverosímil relato. 

 Aún con agotamiento de nuestra esperanza, todo cesa bajo esa capa de frío negro, lienzo sobre el que podemos pintar en blanco aquello que perseguimos cada día, y a lo cual nos acercamos imperceptiblemente pero sin la más exigua tregua...



Sweet dreams till sunbeams find you,
Sweet dreams that leave all worries behind you.
But in your dreams, whatever they be,
Dream a little dream of me...






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