viernes, 26 de septiembre de 2014

Dueña de mi silencio

No estaba en mis planes volver a escribir aquí. No es que hubiese cerrado definitivamente este capítulo; llamémosle mejor "dejadez", "falta de inspiración", no sé, algo parecido. Resultado de dedicar el tiempo a cosas menos importantes.

¿Por qué hoy vuelvo a visitar estos remotos rincones? El motivo es sencillo: toparse con antiguas palabras. Frases, imágenes recreadas en los recuerdos que me han enviado atrás en el tiempo pero que, no obstante, cobran ahora más sentido que nunca. Y solo por eso, merecen su sitio aquí. 

¡Cuánto ha cambiado desde entonces! Mucho se ha perdido por el camino. Muchas cosas se extraviaron sin que nadie pudiese percibir su ausencia, otras tantas en cuestión de horas o días. Como un huracán que pasa y roba, lanza y destroza todo a su paso y, una vez vuelve la calma, todo es diferente. Absolutamente todo. Sí: roba, lanza y destroza, pero lo que es más importante, todo lo cambia. Nada es ni será jamás igual. Los orígenes se pierden y solo quedan cenizas de una inocencia que voló con violencia y se marchó con las corrientes de aire.

Despertar de pronto. Y ahí es donde se ganan otras muchas cosas, ahí cuando la inocencia ya no es necesaria ni beneficiosa. Es entonces cuando sabes que no hay nada más debajo de ese suelo y abres los ojos al final del pozo, en medio de esa oscuridad viciada y asquerosa, y sales de un gran impulso a buscar la luz del sol. El despertar de una fuerza que se agita cada vez más fuerte dentro del cuerpo, una energía completamente desconocida que aparece cuando más se la necesita. Ganas, muchas ganas de vivir, de reír, de abrir los brazos a nuevas experiencias, nuevas personas, nuevas metas, nuevas sensaciones, nuevas perspectivas de la realidad. Se abren de pronto nuevos abismos y se expanden los límites en todas direcciones. Un nuevo yo ansioso por explorar, ansioso por explorarme. Un nuevo comienzo.

Se han ganado muchas cosas. Todo lo aprendido. Quizá el modo más efectivo de aprender a vivir con intensidad sea perder una de las cosas más valiosas y queridas de tu vida, y entonces encontrarse con que hay mucho más que te hace feliz. Como disfrutar acariciando el suave pelaje de los gatos, notando su respiración o simplemente contemplando sus  delicados movimientos. Reír con tonterías, levantarse bailando de la cama, descubrirme desde los ojos de personas aún desconocidas. Y tener ambición por comprender, superar, por perdonar y seguir adelante. Por adaptarme lo antes posible al constante y brusco cambio. 

Who is the lamb and who is the knife?

Ya está. No quiero ser víctima de nada, rechazo ese papel. No me deja ser libre. Todo ocurre por alguna razón y con algún propósito. Dejemos que todo fluya como tenga que hacerlo, aunque muchas veces no sea de nuestro agrado y no entre en nuestras expectativas. Prefiero aceptarlo y dejar de nadar a contracorriente. Aunque nos hundamos en los momentos de flaqueza, siempre se sale a la superficie. Y entonces podemos respirar.



"Las traducciones se entremezclan con mis pensamientos almacenados y apilados brutalmente, ligando caóticamente contextos, idiomas, deber y voluntad. Arrullo las letras, moldeo las palabras, pero estas nacen de mí misma, sin base ni control; mejor será darles una oportunidad de estirar las piernas, porque ya llevan demasiado tiempo en la oscuridad de los recuerdos y las creaciones neblinosas de la mente. 

We’re
speechless.

Palabras que parecen haberse tatuado solas a fuego en las costillas, cerca del hueso, cerca del  corazón. Sensaciones redundadas de un tatuaje que a veces parece estar invisible por momentos, haciendo creer que no hay dibujo de ningún tipo en la sedosa piel tersa, plena de juventud; que esa piel sigue siendo inocente, ingenua, virgen. Pero vuelven a marcarse los trazos grises, casi azulados, de tinta ya antigua, de palabras viejas, emborronadas con tinta aún reciente, brillante de inmediatez. Palabras exactas, con sus puntos y mayúsculas, con sus faltas, con una entonación conocida, real o reconstruida, que resuena en cada rincón de la memoria.  Palabras con su sentido o su falso sentido o, en algunos casos, lo que habías juzgado y condenado como contrasentido. Y de las que nunca se llegará a destapar su verdadera naturaleza porque, a pesar de estar tatuadas, prevaleció conscientemente la decisión de dormir abrazada a una ignorancia intencionada, a un rechazo bienvenido.
Tal vez  en algún momento se deba asumir que jamás se presentará por sí sola la verdad que moraba en esas palabras. Y  que quizás ni siquiera se digne a acudir si se le invoca. Puede ser que las consecuencias de obedecer esas palabras, de prestarle una atención inmerecida,  permanezcan por siempre en el anonimato, ocultas bajo una fina capa de polvo y gravilla. Y así, condescender el transcurso del tiempo, en la fría compañía de esas mismas palabras en tus costillas, esas que preferiste no creer porque, de lo contrario, el escenario se volvería turbio y nublado, arduo y triste, innecesario. O, simplemente, desconocido. Entonces sí: turbio y nublado, arduo y triste, innecesario, al menos en apariencia. Palabras a destiempo, que han perdido la sincronización con la realidad, palabras secretamente prohibidas, peligrosas, demoledoras. 

Al fin y al cabo, son solo palabras. Las palabras se las lleva el viento…

Y así es como mueren. Su poder se apaga como una frágil hoguera cálida bajo el manto empapado de una fuerte tempestad;  son discriminadas, despreciadas, abandonadas".

Y es que, al fin y al cabo, mi intuición no es más que ese ser parte de mí que revolotea entre varios mundos, entre lo inexplicable y lo lógico. Más cerca de lo que no es tangible, de lo que no puede comprobarse. Sin embargo, ahora sé que yo soy esa intuición, ese alma abstracta que conoce más de lo que cree mi mente pretenciosa y limitada. Ahora sé que debo serle fiel,  y no volver a fallarle ni a fallarme ante nadie.



He aprendido de las palabras. Del injusto trato y escaso valor con el que se las trata. Jamás dejaré de apreciar su poder. Nunca hay que olvidar que las palabras liberan su magia en el corazón.



Y así pongo fin a este capítulo. Aquí quedarán marcados mis recuerdos, cada uno de los latidos que hacían aflorar a las palabras. 

Cerramos puertas y abrimos nuevos caminos...






sábado, 25 de mayo de 2013

Waiting for that day to come

While you're reading...




Adonde quiera que su juicio emprendiese su camino, ella esperaba encontrarse con su innegable presencia. No quería tentar a la suerte y tenía miedo de pronunciar palabras que quizá jamás llegasen a adquirir formas certeras, pero esa ilusión escalofriante era ineludible. Unas garras frías y flexibles a veces se apropiaban de ella y sin piedad la desvalijaban de manera calculada; la despojaban de su sonrisa y su confianza crujía de dolor. No obstante, los huesos de esa entelequia expectante acababan por soldarse de nuevo… 

Estando aún cubierta solo por las sábanas, sintió cómo la neblina del sueño se dispersaba en un instante.  Ante su rostro enmarañado en la tristeza, la figura regia de él se mantenía erguida, para enseguida sentarse junto a ella y acercarse con dulzura a su ilusoria fragilidad. Ella separó los brazos de su cuerpo ya enderezado y los hizo escapar de la calidez flotante de las mantas. Las manos de él la alcanzaron a la vez y ella dejó que se enredaran en su pelo en una caricia tibia; rozaba con los pulgares sus mejillas y la besaba. Con ese beso, ella abandonó fugazmente la sonrisa plácida con la que contemplaba la franqueza del sentimiento en sus ojos,  aquel que no podría retratar aunque se lo propusiera con empeño. Lo rodeó en un abrazo desnudo, sintiendo en su piel el frío de su abrigo. Se separó de su hombro lo suficiente para arrimar su rostro al de él y dibujarle una caricia lenta con la nariz, con pausas en las que respiraba su olor, en las que se detenía a repasar con sus pestañas cada rincón de su expresión en un roce tejido con un hilo agridulce. Volvieron a mirarse y, sosteniendo la mirada con las frentes juntas, se agarraron como si con las manos y los ojos pudiesen arrebatar esa esencia y hacer que permaneciese con cada uno de ellos. Con ojos resignados y pacientes, él se obligó a soltarla poco a poco, sabiendo que tenía que marcharse y que ella no seguiría ahí cuando volviese. Que no iría a recibirle a la puerta horas después cuando llegase a casa para tirarse a sus brazos, que no pasaría las horas buscando incesantemente la manera de acelerar las agujas del reloj, que no estaría esperándole porque se habría ido. Asomaron sombras húmedas  en los ojos de ella y su respiración se entrecortó atropelladamente, porque sabía que tendrían que volver a separarse una vez más. Las manos entrelazadas se apretaron con intensidad un instante largo para reunir la fuerza para poder alejarse. Y se alejaron. Él se levantó y, sin apartar la mirada del rostro de ella, llegó a la puerta. Se dirigieron unas breves palabras de despedida y él dio un paso hacia delante, debía marcharse. Sin querer pensarlo más, siguió adelante y cerró la puerta con un gesto triste y lento. El silencio invadió la casa, apenas roto por sus pasos ahí fuera en la escalera y, finalmente, el amasijo de hierro y cristal de la puerta de la calle al cerrarse. Y ya está. Volvía a aprisionarla el ardor de su lejanía como barrotes largamente expuestos al sol; pronto tendría que recoger sus cosas y encaminarse al aeropuerto, abandonar lo que ella sentía como su hogar, como aquello que guardaba lo que ella más amaba.

Pero antes de afrontar una vez más el deber y hacer aquello que realmente no quería, volvió a dejarse anegar por las mantas en su lado de la cama durante unos minutos imaginados. Se permitió cobijarse en su propio calor con el olor de él y, encogida, se abrazó como pudo a esa atmósfera suya. Y ahí, inmersa en sus huellas, supo que volvería para quedarse. Siempre fue él, y lo supo desde antes de contemplarle por primera vez. Nada podría cambiar eso, aquella intuición que impulsó las alas de hermosas plumas azules con las que siempre había soñado. Antes del primer beso de aquel extraño que conocía bien y que tan impacientemente había imaginado. Pronto tendría la oportunidad a la que tenía decidido aferrarse; no pensaba dejarla correr por nada del mundo. Tanto tiempo estirando los brazos por alcanzar lo que tanto ansiaba producía un dolor punzante, pero las puntas de los dedos ya rozaban su suave piel. Ya casi había llegado. Muy pronto dejaría de saciar su sed con recuerdos durante las largas esperas, porque podría nutrirse del presente, de estar presente

Y por fin estaría lista para, sin hacer preguntas, seguirle adonde sea que su juicio emprendiese su camino.



jueves, 16 de agosto de 2012

All we are


While you're reading...




Podría dibujar mi corazón en palabras. ¿Sería capaz? Sería capaz de escribirte. De crearte, de sellar tu silueta aprendida sobre el vaho en blanco de un cristal y colmarla por dentro de fotogramas  medio sonámbulos y descoloridos, de las últimas imágenes que palpo con torpeza instantes antes de dejarme caer sin violencia de rodillas frente al sueño. Y de mis sueños. La llenaría de los gritos mudos que vibran en mi interior, silenciosamente. De olores y complicidad. De confidencias; de esa mirada mía que es tuya. La llenaría de voz, de la luz palpitante de un latido y de sonrisa. Y puesto que esta amalgama de alientos perdidos nace y muere en ti, te pertenece. La llenaría también de mí, de mi música y mi creatividad; así lo más íntimo que me ha erigido a lo largo de la vida, mis pilares, desatinos y corduras, las vivencias que hacen que sea tal y como ves, las encierres en ti, como un susurro secreto. Adonde sea que tus inquietas ilusiones guíen tu valiosa presencia.
Quizá sería capaz de crearte y menos capaz de escribirte. De colmar tu silueta de todas esas cosas hermosas y fortuitas salvo de letras. Tal vez otros lo resuman todo en mi lugar.

Puedes ser solamente una persona para el mundo, pero para una persona tú eres el mundo. G.G.Marquez 

Otro vaho en el cristal ya no está en blanco, no aguarda. Mi silueta ya se ha definido. Espera plena, paciente, pero con lugar para todo aquello que puedan traer las hojas jóvenes, esas que aún crujen de vida y verdor, y que son arrastradas por vientos que esperan su hora para ser el impulso en nuestros pulmones. Pero hoy es ahora; está henchida de ti. Conoces mi silueta, frecuentas sus rincones: son esquinas donde se atesoran retazos de todo lo que tú eres en tu peculiaridad, y yo cautelosa y sagaz  los recopilo; encajo los que he robado. La figura que han forjado es preciosa. Desde cada una de sus perspectivas.

It’s only love, it’s only pain
It’s only fear that runs through my veins
It’s all the things you can’t explain that makes us human…

Aprópiate de mi silueta, sigue coloreándola con briznas de lo que una vez te condujo a ser quien ahora eres. Diséñala con retales de tus invenciones, tu idealismo y tu ensueño. Llénala de los pedazos almibarados de realidad que hace tiempo compilaste para mí y que ahora me lleva a sonreír con el corazón por aquello en lo cual esa realidad llegó a convertirse…



una existencia.





jueves, 3 de mayo de 2012

Silence


 While you're reading... 





Escribir es una de las actividades más solitarias del mundo. […] miro hacia el mar desconocido de mi alma y veo que hay algunas islas en él, ideas que se han desarrollado y están listas para ser exploradas.
Entonces cojo mi barco –llamado Palabra—y decido navegar hacia la que está más próxima. En el camino me enfrento a corrientes, vientos, tempestades, pero sigo remando, exhausto…

Se planta delante de mí la duda de si estas palabras son mi refugio para defenderme de un hambre voraz de comprensión hacia mí misma o si sencillamente son ellas las que se creen con la licencia de arrojarse atropelladamente, entendiéndome más a mí de lo que yo las entiendo a ellas. Hallo muchas islas ahí dentro expectantes por ser exploradas. Pero una bruma endurecida me impide divisarlas con claridad y aproximarme a ellas. Tal vez sea humo, algo arde salvajemente ahí, ahí dentro. 

Ni siquiera sé dar rienda suelta a lo que en ocasiones deserta con descaro encarnando gotas libres, nublando no sin un gran alivio, a pesar de todo, una mirada algo perdida y desconcertada. Esas mismas gotas tibias paulatinamente apaciguan las llamas avivadas por un viento infecto, peligroso; se alza y rige con un vuelo desenfrenado que se desliza en forma de garras de negra quimera, desconociendo si algún día lo hará o no entre los fríos resquicios de acero de una verdad.   


— ¿Eso incluye sufrir por amor?
— Eso lo incluye todo. Si el sufrimiento está ahí, entonces mejor aceptarlo, porque no se va a ir solo porque tú finjas que no existe. Si la alegría está ahí, también es mejor aceptarla, incluso con miedo de que se acabe un día. […] ¿Por qué me preguntas estas cosas?
— Porque estoy enamorada y tengo miedo de sufrir.
— No tengas miedo; la única manera de evitar ese sufrimiento sería negarse a amar. 


Párrafos subrayados con líneas torpes a lápiz de un libro arrugado y viejo, vencido por el abuso de interés, por el afán de sonsacar los mensajes en clave, desgastado porque ya cumplió con la función de su existencia. Con solo abandonarse al sonido dócil del roce de sus hojas livianas, con dejarse ahogar por la irrevocable atracción de ese murmullo, se abre sin dilación el paso a todo cosquilleo por conocer. De un carácter tan fácil… Y sin embargo, aquello que irremediablemente mi naturaleza ciega necesita reconocer segura entre sus dedos, aquel auténtico anhelo que reposa en lo más hondo se resigna a, aferrado a las faldas de una confianza y una fe viscerales, esperar vehemente la mínima señal para aliviar las heridas y saciar su sed. Esa naturaleza dormita aguardando perseverante esa cercanía cálida, mientras entre sueños fabrica gráciles susurros: arrímate…

If ever there where someone to keep me at home it would be you...
 
Con el mismo trazo inestable del niño que aprende a escribir, coexiste con el error el esfuerzo intrépido por volver a perfilar aquellas primeras letras temblorosas, inentendibles, agonizantes. De erigir con ellas palabras que el arranque de corregir, de nacer, quiere concebir.  Y en la misma hoja, sucia por los borrones difuminados, se puede perfeccionar esa caligrafía; sí, en la misma, de modo que así aprecie desde la autocrítica qué es aquello que debo pulir con ahínco. En la misma hoja para que no haya nada que calcar…


 A mind full of questions and a teacher in my soul...

Y volver a escribir sin descanso ese no, célebre de no hacer más que alimentar ambiciosamente esa sombría represión, esos miedos que en el baile de la soledad atormentan, esa envolvente inquietud de corazón que acecha como lobos ávidos de ese mismo corazón, que aúlla más fuerte que ellos. 


No

Vuelvo a escribir ese No dibujando esta vez de un solo gesto una serpenteante letra al final, como un desafío que todo lo enmienda.
En una y mil hojas sucias, hojas nuevas, hojas a cuadros, a rayas, hojas enzarzadas en un diario. 



Nos


Calcaré solo esas tres letras unidas…








sábado, 31 de marzo de 2012

When putting yourself in your shoes


While you're reading... 



Como de costumbre, una noche más para recrearme salpicando letras. En la quietud vibrante de la madrugada, todo comienza. Todo parte de ese silencio expectante, cada nacimiento tiene lugar fruto de esa ceguera intangible, el sol, la vida misma, las palabras. El origen, el primer rastro y el último desde el mismo punto de partida. De la negrura solo es la luz quien aguarda brevemente con el valor de echar a caminar. Oscila su parpadeo con timidez curiosa antes de adquirir confianza y, con una inclinación de cabeza, extender los brazos, las palmas desnudas y descaradamente descubiertas a ambos lados de su cuerpo desenfocado, concediendo lucidez y esperanza en derredor. Y en medio de la oscuridad más espesa, es donde la sola raíz del primer reflejo que brota resplandece con un brío más lustroso. Todo mana de las sombras de una noche.

En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.
Khlalil Gibran

En esta habitación que hoy me ampara, es el reloj el único delator, mudo me anuncia la suma de los minutos que se suceden ordenadamente, constantes. Los días borrosos amontonados en una pila envejecen grisáceamente y cumplen años, como nosotros. El tiempo, severo, no indulta un segundo. Nuestro tiempo se culpa a sí mismo de un color polvoriento casi imperceptible hoy y todo aquello que los días cargan quejumbrosos a la espalda se bifurca en situaciones a las que plantar cara de un modo u otro. Oportunidades para concebirnos de nuevo. Para prestar atención a esa otra voz imponente y guarecida que hace preguntas, y a la que se es incapaz de embaucar.  Ese susurro me interroga cada día el por qué de mis pautas, me solicita comprensivo explicaciones y yo no puedo negarme a ofrecérselas, aunque en ocasiones las respuestas no sean fáciles de admitir. En numerosos capítulos, ese rumor intrínseco ha conseguido encauzarme en veredas de reflexión en lo más interior de mí misma, atreviéndome a declararle con toda franqueza y no sin cierta suspicacia todos mis secretos; siempre consigue ver a través de mí y las mentiras son para ella puramente caducas. 

¿Quién es ella? ¿Soy yo? En verdad, creo que ella no es más que el flanco más obstinado y sensato, astuto y perspicaz de esa identidad con la que estoy cumpliendo. ¿Mi cara más racional y matemática? ¿Antagonista del perfil más visceral? ¿Se trata de una antítesis o no es más que una de las piezas que tejen esa dualidad instintiva? ¿Tengo que llegar a una respuesta certera? ¿Puedo? Más bien, no. Mejor me limito a derramar un diálogo sin salida conmigo misma, alcanzando como único desenlace que no hay duelo más arduo e interminable que el que persiste cuando, en mitad de la soledad, el rival se presenta desafiante al otro lado del espejo.

If I keep holding out
Will the light shine through?
Under this broken roof
Its only rain that I feel
I’ve been wishing out the days
Come back…

Cada día ofrece todas aquellas señales que esperamos encontrar, aquella contraseña que nos descifre el mensaje que nos revele el camino a seguir. Pero cuando se muestran tendidas ante nuestros ojos decidimos decantarnos por la cobardía y la conformidad, y esa ignorancia asume el papel de barrera para reconocer las pistas no tan secretas. Solo hay que callar y percibir el sonido del manantial fresco que perseguimos cuando el calor sofocante alterna entre la existencia y el delirio. Sin embargo, no son más que unas trazas que inspiran la respuesta ya sembrada en lo más oriundo del palpitante espíritu, a caballo con el albedrío innato de ejercer de guía de nuestro propio ritmo y destino. 

Asomada a la ventana, desde donde se encuadran monumentos visitados por más de medio mundo, tomo conciencia del tiempo y el espacio, sintiéndome casi tan pequeña como cuando las estrellas terminan por gastarse de tanto ser contempladas. Mimada en mi propia quimera, deambulo por las calles de París desembalando rincones y hallando mi propia esencia a cada paso. Blanco de algunas miradas perecederas, desconocidas;  forastera y anónima, libre entre la indiferencia de la corriente de pasos, raspando el placer. Doy rienda suelta a esa conversación disfrazada de silencio hasta que todo el mundo enmudece ahí dentro y me parece sentir una aguja que no duele, un calmante…

But the strangest thing today
So far away and yet you feel so close
And I’m not gonna question any other way
There must be an open door
For you ­–to come back

Como sirviéndome de una red, logré que con la cámara aquella sonrisa quedase apresada en una fotografía, en el preciso instante en que ese alborozo cruzaba fugazmente, como un rayo, sus ojos transparentes, mientras al fondo las gélidas olas del mar se arrimaban y retrocedían enseguida dubitativas y arrepentidas una vez y otra. Una pieza más de las constelaciones dispersas por estas paredes, ocupa un lugar junto a todas las demás, pero es inútil engañarme. Puedo rodear esa fotografía de todas las demás, puedo abandonarla entre todos los tiestos de este cuarto. Siempre es la primera con la que tropiezo porque debe ser la primera que quiero encontrar.

Su voz se apaga y ya ni siquiera llega a mí el sonido de su atmósfera, y tontamente aprisiono el teléfono como si ese fuese el modo de traerlo de vuelta. Mis ojos se cierran por no contemplar su ausencia, mi carencia. 

And every night when I’m waiting for
The real possibility that I may meet you in my dreams
Sometimes you're there and you're talking back to me
Come the morning I can swear that you're next to me

¿Pretendía escribir sobre ello esta noche? No. No guardaba más intención que la de apoyar no solo la cabeza, sino sobre todo el corazón, en el regazo de las letras y consentir que uniones dispares contasen alguna sensación novedosa, que fuesen las palabras quienes me eligiesen a mí. Quizá por ello, por confiar más el peso del corazón, mis palabras descubran lo que de hecho revelan. O quizá la verdadera importancia resida en aquello que solo se deja entrever entre líneas, todo lo que no puede ser pronunciado.  La certidumbre que hoy late y que podría no haber retumbado nunca con su primer latido. Un camino muy diferente, dos vidas divididas y jamás convergidas en el mismo vértice. 

I need you, come back, come back…




Una posibilidad que, afortunadamente, desconoceré por siempre…