jueves, 3 de mayo de 2012

Silence


 While you're reading... 





Escribir es una de las actividades más solitarias del mundo. […] miro hacia el mar desconocido de mi alma y veo que hay algunas islas en él, ideas que se han desarrollado y están listas para ser exploradas.
Entonces cojo mi barco –llamado Palabra—y decido navegar hacia la que está más próxima. En el camino me enfrento a corrientes, vientos, tempestades, pero sigo remando, exhausto…

Se planta delante de mí la duda de si estas palabras son mi refugio para defenderme de un hambre voraz de comprensión hacia mí misma o si sencillamente son ellas las que se creen con la licencia de arrojarse atropelladamente, entendiéndome más a mí de lo que yo las entiendo a ellas. Hallo muchas islas ahí dentro expectantes por ser exploradas. Pero una bruma endurecida me impide divisarlas con claridad y aproximarme a ellas. Tal vez sea humo, algo arde salvajemente ahí, ahí dentro. 

Ni siquiera sé dar rienda suelta a lo que en ocasiones deserta con descaro encarnando gotas libres, nublando no sin un gran alivio, a pesar de todo, una mirada algo perdida y desconcertada. Esas mismas gotas tibias paulatinamente apaciguan las llamas avivadas por un viento infecto, peligroso; se alza y rige con un vuelo desenfrenado que se desliza en forma de garras de negra quimera, desconociendo si algún día lo hará o no entre los fríos resquicios de acero de una verdad.   


— ¿Eso incluye sufrir por amor?
— Eso lo incluye todo. Si el sufrimiento está ahí, entonces mejor aceptarlo, porque no se va a ir solo porque tú finjas que no existe. Si la alegría está ahí, también es mejor aceptarla, incluso con miedo de que se acabe un día. […] ¿Por qué me preguntas estas cosas?
— Porque estoy enamorada y tengo miedo de sufrir.
— No tengas miedo; la única manera de evitar ese sufrimiento sería negarse a amar. 


Párrafos subrayados con líneas torpes a lápiz de un libro arrugado y viejo, vencido por el abuso de interés, por el afán de sonsacar los mensajes en clave, desgastado porque ya cumplió con la función de su existencia. Con solo abandonarse al sonido dócil del roce de sus hojas livianas, con dejarse ahogar por la irrevocable atracción de ese murmullo, se abre sin dilación el paso a todo cosquilleo por conocer. De un carácter tan fácil… Y sin embargo, aquello que irremediablemente mi naturaleza ciega necesita reconocer segura entre sus dedos, aquel auténtico anhelo que reposa en lo más hondo se resigna a, aferrado a las faldas de una confianza y una fe viscerales, esperar vehemente la mínima señal para aliviar las heridas y saciar su sed. Esa naturaleza dormita aguardando perseverante esa cercanía cálida, mientras entre sueños fabrica gráciles susurros: arrímate…

If ever there where someone to keep me at home it would be you...
 
Con el mismo trazo inestable del niño que aprende a escribir, coexiste con el error el esfuerzo intrépido por volver a perfilar aquellas primeras letras temblorosas, inentendibles, agonizantes. De erigir con ellas palabras que el arranque de corregir, de nacer, quiere concebir.  Y en la misma hoja, sucia por los borrones difuminados, se puede perfeccionar esa caligrafía; sí, en la misma, de modo que así aprecie desde la autocrítica qué es aquello que debo pulir con ahínco. En la misma hoja para que no haya nada que calcar…


 A mind full of questions and a teacher in my soul...

Y volver a escribir sin descanso ese no, célebre de no hacer más que alimentar ambiciosamente esa sombría represión, esos miedos que en el baile de la soledad atormentan, esa envolvente inquietud de corazón que acecha como lobos ávidos de ese mismo corazón, que aúlla más fuerte que ellos. 


No

Vuelvo a escribir ese No dibujando esta vez de un solo gesto una serpenteante letra al final, como un desafío que todo lo enmienda.
En una y mil hojas sucias, hojas nuevas, hojas a cuadros, a rayas, hojas enzarzadas en un diario. 



Nos


Calcaré solo esas tres letras unidas…








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