domingo, 10 de octubre de 2010

Del color del trigo


While you're reading... 



“—Mi vida es muy monótona –dijo el zorro. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de sol. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan a nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un recuerdo de ti. Y amaría el rumor del viento entre las espigas...
El zorro calló y miró un buen rato al principito:
—Por favor... domestícame —le dijo.
—Bien quisiera —le respondió el principito pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.
—Sólo se conocen bien las cosas que se domestican —dijo el zorro—. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!
—¿Qué debo hacer? —preguntó el principito.
—Debes tener mucha paciencia —respondió el zorro—. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré de reojo y tú no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...
[…]
De esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando el día de la partida:
—¡Ah! —dijo el zorro—, lloraré.
—Si lloras será culpa tuya —le dijo el principito—, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique...
—Así es —respondió el zorro.
— Entonces, no has ganado nada.
—Si he ganado –dijo el zorro-- a causa del color del trigo.

Después añadió:
—Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver las rosas y les dijo:
—En realidad no os parecéis en nada a mi rosa, ni sois nada todavía. Nadie os ha domesticado ni vosotras habéis domesticado a nadie. Sois como era mi zorro, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Ahora que lo he hecho mi amigo es único en el mundo.
Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:
—Sois realmente hermosas, pero vacías. Uno no se siente impulsado a dejarse morir por vosotras. Pero ella sola es para mí más importante que todas vosotras juntas, porque  ella es la que he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el panal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse o mantenerse callada. En fin, ella es mi rosa.
Y volvió con el zorro.
—Adiós —le dijo.
—Adiós —repuso el zorro—. He aquí mi secreto. Es muy sencillo. Consiste en que no se ve bien sino con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos.
—Lo esencial es invisible a los ojos —repitió el principito para acordarse.
—Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
—Es el tiempo que yo he perdido con ella... —repitió el principito, a fin de no olvidarlo.
—Los hombres han olvidado esta verdad —dijo el zorro—, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...
—Yo soy responsable de mi rosa... —repitió el principito a fin de recordarlo."




Las notas al piano de las Gymnopedies de Erik Satie han reemplazado ahora el sonido de las gotas de lluvia sobre el cristal de la ventana, que parecían incesantes.
Este fragmento es mi preferido de El Principito, tan sencillo y hermoso como la verdadera naturaleza, en bruto, de la vida. 
La gente me repite una y otra vez lo que el principito le dice al zorro cuando este le recuerda que llorará:
“Entonces, no has ganado nada”. Y el zorro le responde: “Sí he ganado, a causa del color del trigo."


Los recuerdos. Son todo lo que nos mantiene vivos... Son la señal, las marcas de las decisiones, los vestigios de lo vivido. Quizá la única huella junto a la soledad. La posibilidad del fracaso o pérdida son las consecuencias anexas al riesgo de luchar por lo fervientemente deseado. Un riesgo que merece la pena correr. Un error que el corazón te lleva a cometer, y del que nunca puede surgir arrepentimiento alguno. No existe secuela que no pueda ser superada, en especial contando al trascurso del tiempo como aliado. Sin olvidar ese tiempo pasado en el que su dulce olor era único entre los demás.


Volvería a permitir que me rasgase el corazón si esa es la condición para recurrir, con una sonrisa envuelta en la nostalgia, al abrazo de los recuerdos.




1 comentario:

  1. Ufff son muchas cosas en una sola entrada... ¿Sabes que ese es también uno de mis fragmentos favoritos?? Lo de las rosas lo señalé especialmente en mi trabajo de investigación para religión :p Bueno, la cosa es que esta entrada me ha marcado hoy que estoy sensible y me ha hecho pensar también en esos instantes mágicos ya sean de amistad, amor o algo más, que he tenido en mi vida, así como me ha hecho acordarme del momento de esa foto y de cómo lo flipamos todos... Yo también volvería a hacerlo, a pesar de todo, con tal de tener siquiera un maravilloso recuerdo... Te quiero, pequeña ^^

    ResponderEliminar